Las lágrimas, el nudo en la garganta y el aliento

Por maxipe.

Así lo sufrió Brasca. Así lo sufren los hinchas de la T.

Así lo sufrió Brasca. Así lo sufren los hinchas de la T.

 

¿Cómo escribir sobre lo que pasó el domingo en el Estadio Francisco “Paco” Cabacés cuando jugaron Talleres y Atlético de Tucumán? ¿Qué pasó realmente ese día? ¿Hace falta hablar del codazo de Salmerón? ¿Tiene sentido relatar que hasta esa agresión bien sancionada con tarjeta roja, el local los pasaba por arriba a los tucumanos y hasta les ganaba 1 a 0? ¿Suma en algo acotar que los visitantes lo dieron vuelta, golearon 4 a 1 y consiguieron el primer ascenso directo? ¿Habría que analizar las ínfimas chances que le quedan a la T para salvarse del descenso? ¿A alguien sorprendería el texto si alude a la inoperancia de la Policía de Córdoba que suspendió un partido por temor a que pase algo?

Pueden tenerse dos ópticas bien distintas del partido y las dos serán válidas. Si uno lo vio desde el palco de prensa (o desde el pedacito de platea que les dan a los periodistas en la Boutique), sentado, con una libretita para anotar situaciones, con la radio en el oído y con la planilla de jugadores en la mano, habrá visto el partido que responde a las preguntas del primer párrafo. Y puede contar que lo ganaba Talleres con gol de Fernández Francou y que bla, bla, bla…

Pero si uno más que ir a verlo, decidió ir a sufrirlo al partido desde la tribuna, ya sea la popular o la platea, se habrá llevado sensaciones totalmente distintas. Y es el partido que se jugó ahí, afuera de la línea de cal, del otro lado del alambrado. Y es el partido en el que no importaba el resultado, ni el ascenso, ni el descenso. Sólo importaba el amor incondicional a los colores.

Y en ese partido sí que los de barrio Jardín no perdieron el domingo. Sufrieron algunos goles en contra, eso sí. Como ese hincha idiota que tiró un hielaso, o uno que tiró una botella, o uno que se trepó al alambrado para meterse a la cancha, o ese otro que lo rompió con el mismo objetivo. Sí, a pesar de esos que nunca faltan, el público de Talleres ganó por goleada.

Entonces, desde esa mirada, en vez de hablar de los goles hablaríamos de los miles de hinchas que se acercaron a la cancha, la llenaron y recibieron al equipo como si pasara por su mejor momento. Y de los ojos llenos de lágrimas. Y del aliento. Porque así terminó la hinchada. Llorando el momento del club, pero alentando a morir. Alentando más que nunca, porque como dice la canción, “en las malas mucho más”. Y a todos se nos hacía un nudo en la garganta. Y los ojos llenos de lágrimas. Y el aliento.

Había que ver cómo ante cada gol de los tucumanos, el aliento era cada vez más ensordecedor. Y el nudo cada vez más grande. Y las lágrimas también. Había que estar ahí para sentirlo, contagiarse y demostrar ese amor por la camiseta. Había que ver también a los chicos del club, como Buffarini, Brasca y Godoy. Ellos lo sentían del lado de adentro pero como si estuvieran en la tribuna.

Eso pasó el domingo. Un partido de fútbol. Un equipo que lo ganaba. Un codazo. Un equipo que lo da vuelta, lo golea y se consagra. Otro equipo que se sigue hundiendo en el descenso directo. Y un público que demostró que sigue de pie. Y los ojos llenos de lágrimas. Y el nudo en la garganta. Y el aliento.

Foto: La Mañana de Córdoba.

5 comments so far

  1. Mariano Blumenfeld on

    Excelente amigo!!!

  2. Cocó Muro on

    En ese partido si que nadie se debe haber atrevido a corear un «tu-cu-ma-no, tu-cu-ma-no».
    Me acuerdo de chica haber pasado horas mirando los posters que empapelaban las paredes del cuarto de mi hermano. Sobre uno de ellos, mi hermano había improvisado con liquid paper una leyenda que decia «T banco hasta en la ACF». Hace unos dias le pregunté si todavía mantenía aquella promesa. Primero se sorprendió por mi recuerdo y luego me aseguró que si, que «más vale» y yo me sonreí a pesar de tanta nostalgia y tristeza contenida. Y lo bancamos, más vale.

  3. gringo on

    Mejor no hablar de Talleres todavía. Lo único que te puedo decir es que cuando los colores se van al descenso (porque en este caso no puedo decir ni club, ni equipo) los que descienden son los hinchas. Los jugadores arman la valija y parten. Por eso entiendo las únicas lágrimas sinceras: Buffarini, Brasca, Godoy y algún otro de los pendejos que hicieron las inferiores y que seguro son hinchas.
    un abrazo.

  4. MaxiPe on

    Mariano: gracias.

    Cocó: Qué épocas las del «tu-cu-ma-no». Uno de los últimos ídolos el Cachi. Respecto a tu hermano, ¿es brujo o algo por el estilo? ¿Cómo sabía que un día íbamos a estar tan cerca de jugar en la ACF?

    Gringo: Sí, siempre fue así. Y mientras los equipos de Córdoba sigamos armando planteles con mayoría de «extranjeros», va a seguir siendo así.

    • Santi on

      Con el descenso, esos jugadores «extranjeros» solo tendrán una mancha en su carrera futbolística. En cambio los q nacieron en el club tendrán un carga emocional-espiritual-etc. para toda la vida.


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